Inarco, empresa que ya lo aplica en Perú, explica que ese tipo de contratos no solo les ha permitido repartir riesgos, sino también generar lazos de fidelidad con los clientes.
Los estragos causados por la pandemia han calado hondo en el sector de la construcción y en vista del alza del valor de los materiales, varias inmobiliarias han debido traspasar los sobrecostos. Sin embargo, hay quienes han optado por una alternativa más ‘sana y equilibrada’, y han puesto sus fichas en contratos conocidos como ‘colaborativos’, ‘contractuales’ o NEC (New Engineering Contract), surgidos en la década de los ‘90 en Inglaterra, y bajo el cual las partes están abiertas a encontrar una solución y llegar a buenos términos ante controversias.
Esto, dado que no solo se reparten riesgos, sino también integran la visión de todos los involucrados en una obra, de manera de asegurar un buen resultado pese a las complejidades propias de la industria. Y la constructora Inarco es una de ellas.
Desde que inició la pandemia en Chile, la empresa incorporó cláusulas en los contratos que apuntan a estos principios y permiten realizar modificaciones en una etapa temprana, además de ‘hacer mejoras al proyecto como disminuir costos y dar soluciones alternativas, tanto de materialidad como de formas de construcción’, explica Sebastián Meza, gerente general de la empresa.
Cuenta que Inarco ya trabaja en la construcción de centros de bodegaje y proyectos habitacionales a partir de este modelo, lo que les ha permitido distribuir los costos entre ’50/50′, trabajar ‘de forma simple, con una comunicación directa y donde buscas soluciones que tu cliente te va a agradecer’. De esa forma han logrado una fidelización que hoy se traduce en que los clientes ‘se repiten en el tiempo’, agrega.
‘Lo que pasaba antes era que habían muchos contratos de construcción que entregaban todo el precio desarrollado. Hoy un mandante nos llama y nos dice: ‘Tengo un proyecto. Cotícenme’. Del momento en que el cliente empieza a conversar, se genera un vínculo y podemos transparentar ambas partes. Que él pueda llegar a su objetivo, y nosotros a la rentabilidad esperada. En un modelo tradicional esto no funciona’, explica.
Modelo colaborativo en Perú
En 2019, Perú se convirtió en el primer país de Sudamérica en incorporar esta modalidad a partir de la construcción de la infraestructura de los Juegos Panamericanos de Lima, que requirió una inversión cercana a US$ 1.200 millones y que contó con la participación de Besalco, Sacyr, Saceem, entre otras compañías.
Según cuenta Carlos Neuhaus, presidente del Comité Organizador de aquella actividad, en 2016, y en vista de la ‘burocracia que afecta a las construcciones’, decidieron utilizar este modelo colaborativo, y solicitaron asesoría a Canadá e Inglaterra.
Posteriomente, en dicho país se publicó el Decreto Nº 021-2020, que permite ‘a proyectos especiales de inversión pública la aplicación de modelos contractuales de ingeniería de uso estándar internacional’. De manera que la regulación ha servido de modelo para Inarco en el desarrollo de cuatro colegios que hoy mantienen en ese país.
Incorporación en Chile
En Chile, este tipo de contratos aún no está regulado, pero desde la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) están trabajando en la conformación de un Consejo de Relaciones Contractuales, al alero del Instituto de la Construcción’, según comenta Carlos Zeppelin, vicepresidente de la CChC.
Esto, con el fin de mejorar la productividad, sostenibilidad y calidad en la ejecución de los proyectos de construcción. ‘No tenemos que ir muy lejos para darnos cuenta de los beneficios que generan las relaciones contractuales justas y equilibradas’, sostiene.
Revisa la nota en el siguiente enlace